Palabras Ancestrales de Propósito, Alma y Cosmos

Palabras Ancestrales de Propósito, Alma y Cosmos

Las distintas culturas han acuñado términos únicos para expresar los misterios del universo, el ser, el alma y la búsqueda de un propósito superior. Desde las lenguas antiguas emergen conceptos que enlazan la existencia individual con el cosmos, reflejando una sabiduría común a la humanidad. No es casualidad que muchas relacionen la alma con el aliento vital: por ejemplo, neshamá en hebreo comparte raíz con neshimá (“respiración”)[1], y spíritus en latín significa literalmente “soplo” o “aliento vivificante”[2]. A continuación, exploramos varias lenguas ancestrales y algunos de sus términos más significativos ligados al alma, el universo y la transformación personal.

Sánscrito (India antigua)

·      Brahman y Ātman – En la filosofía védica, Brahman denota el principio supremo universal, la realidad última e infinita que sostiene la existencia, lo absoluto en la cosmología hinduista[3]. Las escuelas filosóficas del Vedānta enseñan que el Ātman (el ser o alma individual) es de la misma esencia que Brahman; la visión no-dualista afirma que Brahman es omnipresente e idéntico a cada atman individual, es decir, la unidad entre el alma y el cosmos[4]. Este entendimiento se resume en las grandes máximas de los Upanishads como tat tvam asi (“tú eres eso”), indicando que en el fondo de nuestro ser somos uno con la realidad universal.

·      Om (Oṃ) – El Sánscrito nos legó la sílaba sagrada Om, considerada el sonido primordial del universo. Los sabios védicos describieron Om como la vibración cósmica que es expresión sonora directa de Brahman, el shabda-Brahman o Brahman en forma de sonido[5]. Por ello, Om se entona al inicio y final de muchas prácticas espirituales, simbolizando la creación, sustento y disolución del cosmos, y conectándonos con la esencia universal.

·      Dharma (धर्म) – En las religiones dhármicas (hinduismo, budismo, etc.), dharma alude a la ley cósmica, el orden fundamental del universo y también al deber ético de cada individuo. Para los sabios de la antigua India, el dharma –o su antecedente védico ṛtaexpresaba el orden armonioso del cosmos, la armonía natural de todas las cosas[6]. Seguir el propio dharma significa vivir en consonancia con ese orden universal, cumpliendo con propósito los roles y responsabilidades que mantienen el equilibrio cósmico y social. El dharma brinda así un sentido de propósito: cada ser tiene un deber o vocación que realizar como parte del gran entramado del ser.

Japonés (Estética y espiritualidad nipona)

·      生き甲斐Ikigai – Para la cultura japonesa, todos poseemos un ikigai, es decir, una “razón de ser” o “razón de vivir”, aquello que hace que la vida valga la pena[7]. Encontrar el propio ikigai exige una búsqueda interior profunda, pero se considera fundamental ya que descubrir esa misión personal brinda sentido a la vida y satisfacción al espíritu[8]. Tradicionalmente, el ikigai se representa en la intersección entre lo que uno ama, lo que sabe hacer bien, lo que el mundo necesita y por lo que podría recibir valoración – cuando esos cuatro elementos convergen, se alcanza un propósito vital pleno. Este concepto ha servido de brújula existencial, invitando a alinear pasión, vocación y servicio al mundo como camino hacia la realización personal.

·      幽玄Yūgen – Es un término zen que alude a la belleza profunda y misteriosa del universo, a lo que es sutil e indefinible. Yūgen describe esa emoción sobrecogedora que sentimos ante algo de grandeza inexplicable: por ejemplo, contemplar un paisaje y percibir en él una profundidad infinita. El filósofo D. T. Suzuki definió yūgen como “un sentimiento por el que la mente se identifica con la totalidad de un fenómeno concreto y, de pronto, algo finito parece volverse infinito ante nuestra percepción”[9]. Es tomar conciencia de lo trascendente oculto tras las apariencias: un poema, una obra de arte o la naturaleza pueden evocarnos yūgen cuando nos sugieren significados inmensos que van más allá de las palabras. En la estética tradicional japonesa, yūgen es uno de los fundamentos – valora lo sugerido sobre lo explícito, lo que inspira introspección y conexión espiritual. Es la sensación de que en lo más sencillo se esconde la inmensidad del cosmos.

·      物の哀れMono no aware – Literalmente “patetismo (o empatía) de las cosas”, este concepto clásico japonés se refiere a la conciencia de la impermanencia (mujō) y la gentil tristeza que acompaña a la transitoriedad de la vida[10]. Mono no aware implica apreciar la belleza efímera del mundo –como la flor de cerezo que pronto cae– con una mezcla de melancolía y gratitud. Es esa “tristeza dulce” al entender que todos los momentos hermosos son fugaces: el atardecer, las estaciones, la juventud. Lejos de ser deprimente, invita a vivir el presente con plenitud y sensibilidad, sin apegarse, sabiendo que “esto también pasará”. En la cultura japonesa, este sentimiento fomenta la empatía hacia todas las cosas y una profunda apreciación de la belleza delicada de lo que nace y muere. Como explica la literatura nipona, mono no aware es “la capacidad de percibir la profunda belleza de las cosas efímeras”, con la certeza de que su finitud les confiere valor[11].

Hebreo (Misticismo y ética judía)

·      Néfesh, Rúaj y Neshamá – El hebreo bíblico emplea múltiples términos para el alma, distinguiendo diversos niveles de la consciencia espiritual. Según la tradición, el ser humano consta de tres “almas” o dimensiones del alma: la néfesh (נֶפֶשׁ), que es el alma vital ligada al cuerpo físico y los impulsos básicos; la rúaj (רוּחַ), que significa literalmente “viento” o espíritu, asociada a las emociones y la personalidad; y la neshamá (נשמה), el alma superior intelectual y divina[12]. Significativamente, neshamá comparte raíz etimológica con neshimá, “aliento”, recordando el relato bíblico en que Dios insufla su aliento de vida en el hombre[12]. De hecho, la creación de Adam se describe así: “Dios formó al hombre del polvo de la tierra, e insufló en sus narices un aliento de vida (nishmat jaim), y el hombre se convirtió en un ser viviente (néfesh jaiá)”[13]. La neshamá es considerada “una chispa pura de lo Divino” en cada persona –el aspecto más elevado y cercano a Dios–, mientras que la néfesh anima el cuerpo y la rúaj actúa de puente entre el alma divina y la existencia terrenal[14]. Estas concepciones muestran una comprensión neurolingüística profunda: al igual que en otras culturas, el alma es “soplo”, insinuando que nuestra esencia es un hálito prestado por lo trascendente.

·      «El alma como propósito» – Más allá de definiciones técnicas, el pensamiento judío enfatiza el alma como portadora de propósito. Se enseña que el alma de cada ser es literalmente una porción de la divinidad, la cual desciende al mundo con una misión única que cumplir. En palabras de la tradición jasídica: “El alma no es solo el motor de la vida; encarna también el ‘porqué’ de la existencia de cada criatura – su significado y propósito. Es la identidad interior, su razón de ser”[15]. Incluso cada elemento del universo tendría una chispa espiritual que le confiere su sentido y función dentro del orden divino[16]. Bajo esta óptica, descubrir nuestra alma es descubrir para qué fuimos puestos en la Tierra. Ningún individuo compite con otro, pues cada alma tiene su misión irrepetible, y aun los objetos o animales poseen su rol en el plan cósmico[17]. Esta visión dota de dignidad y responsabilidad a la vida: nuestra tarea es alinear nuestras acciones con la brújula del alma, para cumplir el propósito superior para el que fuimos creados.

·      תיקון עולם – Tikun Olam – Literalmente “reparación del mundo”, es un principio fundamental del judaísmo que combina espiritualidad y ética social. Tikún Olam alude a la responsabilidad colectiva de “arreglar” el mundo, corrigiendo sus injusticias e imperfecciones. En términos generales, se entiende como una filosofía de vida para quienes buscan “dejar una contribución positiva al mundo”, mediante actos de bondad, justicia y mejora de la sociedad[18]. En la mística judía (Kabalá), esta idea adquiere una dimensión cósmica: se relata alegóricamente que al crearse el universo, la luz divina no pudo ser contenida y el “recipiente” del mundo se rompió en pedazos, dispersando chispas sagradas[19]. Por ello, cada buena acción o mitzvá que realiza una persona ayuda a reunir y sanar esas chispas, “reparando el tejido del universo”. Cumplir los mandatos éticos y vivir una vida de rectitud se concibe literalmente como participar en la restauración del cosmos y la humanidad como parte de la Creación divina[19]. Así, tikun olam brinda un propósito trascendente: cada individuo, a su escala, colabora en perfeccionar el mundo bajo la soberanía de lo divino, acercándolo un poco más a un estado de armonía y plenitud. En resumen, es la invitación a orientar nuestra vida hacia el bien mayor, dejando el mundo mejor de como lo encontramos.

Náhuatl (Cosmovisión mexica/azteca)

·      Tēotl – En la filosofía náhuatl prehispánica, Tēotl (o Teótl, pronunciado “teotl”) es el concepto central que articula la visión de la realidad. Aunque los primeros misioneros lo tradujeron como “Dios” o “Señor”[20], Tēotl no se refiere a un dios personificado único, sino a la esencia sagrada universal que subyace en todo cuanto existe. Implica las ideas fundamentales de devenir, movimiento y cambio constante – la realidad es un proceso en flujo perpetuo, no un estado fijo[21]. En las corrientes filosóficas nahuas más elevadas (propias de los tlamatini o sabios), se entendía el teotl en términos cercanos al panteísmo: “todo lo que existe forma una unidad interrelacionada y sagrada; esa unidad es teotl”[22]. Así, el universo entero se identifica con Teotl – no hay distinción última entre lo divino y lo creado[23]. Las apariencias múltiples del mundo son máscaras o disfraces de Teotl (nahual), expresiones pasajeras de esa energía sagrada única[24]. Las fuerzas duales (vida y muerte, luz y oscuridad, orden y caos, masculino y femenino, etc.) no se conciben como opuestos irreconciliables, sino como polos complementarios e interdependientes en eterna oscilación dialéctica[23]. Por ejemplo, la vida contiene la semilla de la muerte y viceversa; ninguna tiene sentido sin la otra[25][26]. El devenir incesante del cosmos es justamente la oscilación rítmica de estas polaridades, generando un equilibrio dinámico e inestable[27]. Teotl, semejante al concepto chino de Tao, no es solo energía impersonal sino también ritmo y armonía – es el principio unificador (qué) y el patrón equilibrante (cómo) de la existencia[27]. Esta profunda idea náhuatl rompe con el dualismo bien/mal: la muerte no era vista como maligna ni la vida como benevolente en sí mismas, sino como partes de una realidad una. Vivir sabiamente implicaba aceptar la naturaleza transitoria e ilusoria de las formas (el “sueño” pintado por Teotl[28]), y buscar la raíces bien plantadas en lo divino (neltiliztli) para caminar con equilibrio sobre la “tierra resbalosa” de la existencia. En suma, Tēotl encapsula una visión monista y sagrada del cosmos: todo es uno, todo es divino, y nuestras percepciones fragmentadas son un mero juego de apariencias de esa única realidad sagrada.

·      Ometéotl – Dentro de la teología azteca, los sacerdotes fusionaron la multiplicidad de dioses en la idea de un dios dual supremo llamado Ometéotl (de ome, dos + teotl, divinidad). Ometéotl significa literalmente “Dos-Dios” y representa la unidad masculino-femenina primordial. Se le llamaba “Nuestro Señor, Nuestra Señora” (Tonan, Tota), y simboliza la pareja divina que engendra el universo[29]. Residiendo en el más alto cielo (Omeyocan, “Lugar de la Dualidad”), Ometéotl autocreó el cosmos: es madre y padre de sí mismo y de toda la creación[30]. Se atribuía a esta deidad dual ser la fuente de la energía cósmica universal de la cual derivan la existencia y sustento de todas las cosas[31]. “El que da a todos el ser” y “el que es el ser mismo de todo” son títulos con que se le describía[31]. También se le invocaba con nombres como Tloque Nahuaque (“el que está cerca de todo y al que todo está cerca”) y Ipalnemoani (“aquel por quien vivimos”)[32]. Estos epítetos resaltan su inmanencia (presencia en todo) y a la vez su trascendencia incognoscibleYohualli Ehecatl, “el invisible como la noche e impalpable como el viento”[33]. Ometéotl personifica así la idea de que lo absoluto es una unión de opuestos, y que de esa unidad polar surgen todas las manifestaciones de Teotl en la naturaleza. En la práctica popular, este concepto dual convivió con el culto politeísta a múltiples dioses, pero entre la élite filosófica expresaba la noción abstracta de un solo principio divino con aspecto binario, origen de la “oscilación rítmica del universo”[31].

·      Tonalli, Teyolía e Ihíyotl – Los sabios nahuas desarrollaron también una compleja psicología metafísica con tres “ánimas” o fuerzas vitales en el ser humano. Según las crónicas, el tonalli (del verbo tona, hacer calor) reside en la cabeza y se recibe del Sol al nacer; proporciona vigor, carácter y el vínculo del individuo con el cosmos, determinando en parte su destino[34]. El tonalli se consideraba una especie de energía solar personal, que incluso puede abandonar el cuerpo durante los sueños o trances chamánicos, y cuyo equilibrio influía en la fortuna y salud (de allí rituales para “fortalecer el tonalli”). Por su parte, el teyolía (de yoli, vivir; literalmente “lo que hace vivir a la gente”) reside en el corazón. Es el alma-emoción, sede de la memoria, los deseos, el conocimiento y la sabiduría[35]. A diferencia del tonalli, el teyolía no se separa del cuerpo en vida; pero tras la muerte “va más allá” hacia el mundo de los muertos, por lo que se le atribuía inmortalidad o persistencia post mortem[36]. Los nahuas lo comparaban con un “fuego divino” interno que anima y da conciencia[37]. Finalmente, el ihíyotl (de ihiyō, aliento) reside en el hígado. Corresponde al aliento o espíritu que produce las pasiones, valentía, odios, deseos y alegrías[38]. Es la fuerza anímica más ligada a las emociones viscerales; se creía que podía emanar del cuerpo en forma de vaho o esencia. Cada persona es la convergencia de estas tres almas que operan unidas dando su carácter único[39]. La salud integral dependía de que tonalli, teyolía e ihíyotl se mantuvieran en armonía – un equilibrio entre mente (cabeza), corazón y vísceras[39]. Cualquier perturbación en una de estas entidades afectaba a las otras dos, rompiendo la armonía psicológica y corporal. Solo durante la vida terrenal están plenamente integradas; después de la muerte, cada una sigue su rumbo: el tonalli retornaba al Sol o flotaba en el aire, el teyolía viajaba al inframundo (Mictlán) y el ihíyotl permanecía cerca de la tumba causando el “aliento fantasma” que explicaba ciertas apariciones. Esta visión nahua del alma tripartita revela una comprensión holística del ser humano – cuerpo, psique y espíritu entretejidos – y cómo nuestro destino personal se vincula con fuerzas cósmicas (el Sol, lo divino, el aliento vital). Al equilibrar estas energías internas mediante la virtud, la ritualidad y el conocimiento del calendario sagrado, el individuo lograba una vida plena, en consonancia con el orden de Teotl[40].

Griego antiguo (Filosofía clásica)

·      Ψυχή – Psyché – Los griegos clásicos conceptualizaron el alma de forma muy ligada a la vida misma. En su significado original, psychē (ψυχή) denotaba literalmente el “aliento” o soplo vital, en particular el último aliento que una persona exhala al morir[41]. En la Ilíada de Homero, por ejemplo, la psyché de un héroe es mencionada como esa bocanada final que escapa en el momento del óbito, pasando luego a la morada de Hades como una sombra o imagen del difunto. Así, para los griegos de época arcaica, tener psyché era simplemente estar vivo. Poco a poco el término fue adquiriendo connotaciones más amplias: psyché llegó a abarcar la mente, la voluntad y la identidad. Pero su raíz etimológica revela la intuición de que el alma es un soplo de vida – una idea muy extendida (como vimos, análoga al ruaj hebreo o al spiritus latino). Platón y Aristóteles trataron extensamente sobre la psyché: Aristóteles la definió como la “forma” o principio organizador de un ser vivo, aquello que hace que un cuerpo material esté animado. También distinguieron partes del alma (la racional, la irascible, la apetitiva) para explicar la psicología humana. Pero el origen de la palabra nos recuerda esa imagen sencilla y poética: el alma es ese hálito sutil que nos anima y, al partir, marca el fin de la vida física.

·      λόγος – Logos – Este término griego tiene múltiples sentidos (“palabra”, “razón”, “principio racional”), y en la filosofía adquiere una dimensión cósmica. Los estoicos (s. III a.C.) especialmente desarrollaron lógos como razón divina universal: sostenían que el universo es un ser viviente único, permeado por una alma racional que ellos llamaban Logos[42]. El Logos estoico era la ley natural y la providencia que ordena todas las cosas; una inteligencia suprema inmanente en el cosmos. Según esa escuela, el Logos “penetra y llena el mundo” organizándolo y dándole vida, actuando como el principio activo dentro de la materia pasiva. Se identificaba al Logos con Dios, la Naturaleza o el pneuma (soplo divino), y también con la destiny o Providencia. Esta idea influyó luego en el pensamiento romano y judeocristiano (el evangelio de Juan empieza: “En el principio era el Logos…”). En resumen, para el pensamiento helénico, Logos representó la creencia en un orden racional subyacente al universo**, una inteligencia cósmica que hace comprensible la naturaleza y con la cual el ser humano puede sintonizar a través de su propia razón. Vivir de acuerdo al Logos –decían los estoicos– es alcanzar la virtud y la felicidad, pues uno armoniza su alma con la Razón universal.

·      Τέλος y Eudaimonía – La ética griega se caracterizó por buscar el fin último (télos, τέλος) del ser humano, es decir, el propósito o bien supremo que debemos alcanzar. Aristóteles enseñaba que todas nuestras acciones tienden hacia algún bien, y que existe un bien supremo al que aspiran por naturaleza: definió este fin último como la εὐδαιμονία (eudaimonía), usualmente traducida como “felicidad” o “florecimiento humano”[43]. La eudaimonía aristotélica no es un placer pasajero, sino un estado duradero de realización plena – “la vida buena” lograda mediante la virtud y el desarrollo de nuestras capacidades más nobles. En su Ética Nicomáquea, Aristóteles afirma que la felicidad así entendida es el bien más elevado y la meta final que da sentido a todas las demás metas: deseamos salud, riqueza, conocimiento, etc., porque en el fondo creemos que contribuyen a la felicidad, pero la felicidad en sí misma se busca por ella misma[43]. Este concepto se convirtió en piedra angular de la filosofía moral occidental. Para los estoicos, el summum bonum (sumo bien) era la vida virtuosa acorde con la naturaleza; para Epicuro, la felicidad entendida como ataraxia (ausencia de perturbación); para Aristóteles, la actividad del alma conforme a la virtud. En todos los casos, hay acuerdo en que la existencia humana tiene un propósito intrínseco: realizar nuestro potencial para alcanzar el bien supremo. Esa teleología (estudio de los fines) impregnó el pensamiento griego y derivó en la pregunta clásica “¿cómo debemos vivir?” para lograr la eudaimonía, una pregunta que sigue vigente en cualquier búsqueda de propósito.

Tibetano (Budismo vajrayana y cultura himalaya)

·      རིག་པ – Rigpa – En la tradición espiritual tibetana, especialmente la enseñada en el Dzogchen (Gran Perfección), rigpa se refiere a la conciencia primordial despierta, la esencia pura de la mente. Aunque en tibetano coloquial rigpa significa “conocimiento” o “inteligencia”, su sentido esotérico es mucho más profundo. Los maestros lo describen como el estado natural de la mente cuando se libera de los velos del ego y los pensamientos condicionados: una conciencia luminosa, impecable y siempre presente. Sogyal Rimpoché lo explica así: “Rigpa es una conciencia primordial, pura y prístina, a la vez inteligente, cognoscitiva, radiante y siempre despierta. Es el conocimiento del propio conocimiento”[44]. Según el Bardo Thödol (Libro tibetano de los muertos), al morir todos nos fundimos momentáneamente en esta clara luz de rigpa. Alcanzar la iluminación es justamente reconocer y estabilizar ese estado en vida, reconociendo nuestra verdadera naturaleza mental como rigpa. Cabe señalar que el budismo niega la existencia de un “alma” permanente (anātman), pero no por ello niega la realidad de lo espiritual: más bien enseña que nuestra identidad última no es un yo individual sólido, sino esta mente amplia y vacua a la vez, plena de conciencia despierta. Rigpa sería esa base primordial, la esencia del ser que trasciende nacimiento y muerte“siempre inmune al cambio”, oculta tras las nubes de la mente ordinaria pero tan vasta como el cielo cuando las nubes se disipan[45][44]. Conocer la rigpa equivale a conocer la naturaleza de todas las cosas, pues en la visión budista la mente y el cosmos comparten la misma esencia vacía y luminosa. Como dice un adagio tibetano: “conocer la naturaleza de la mente es conocer la naturaleza del universo”[46]. En definitiva, rigpa señala esa dimensión espiritual interna que, al realizarla, confiere liberación, sabiduría y unión con lo absoluto – la meta última de muchas vías contemplativas tibetanas.

·      བཀྲ་ཤིས་བདེ་ལེགས – Tashi Delek – Más que un concepto metafísico, esta expresión cotidiana encapsula la cosmovisión tibetana optimista. Tashi delek es el saludo tradicional tibetano (equivalente a “hola”) y significa literalmente “auspiciosa bondad” o “buena fortuna”[47]. Desear tashi delek a alguien es bendecirlo con buenos augurios, anhelando que todas las circunstancias favorables le acompañen. Revela cómo en la cultura tibetana incluso el saludo diario lleva una carga de intención positiva y sagrada – se reconoce que las palabras tienen poder vibratorio (similar al concepto japonés de kotodama, palabra-alma) y se procura infundir ánimo y armonía desde el primer encuentro. El término tashi conlleva la idea de aquello que es auspicioso, próspero y afortunado, mientras delek significa completitud o perfección. Juntos expresan un deseo de bienestar integral, tanto material como espiritual. Este simple saludo es reflejo de una actitud vital: ver lo sagrado en cada momento ordinario y recordar que cada encuentro humano es valioso. En un nivel profundo, tashi delek nos dice que la felicidad y la buena suerte son algo que nos deseamos unos a otros como parte de nuestra práctica espiritual colectiva. Prioriza así la compasión y la positividad en el lenguaje, mostrando la riqueza neuro-lingüística de una cultura donde cada palabra puede convertirse en una bendición.

Latín (Filosofía grecorromana y tradición occidental)

·      Anima mundi – Los filósofos de la antigüedad tardía y el medioevo adoptaron expresiones latinas para sintetizar ideas cósmicas heredadas de Grecia. Anima mundi significa literalmente “alma del mundo” y describe la idea de que el universo en su conjunto está vivo y posee un alma. Es un concepto cosmológico proveniente de Platón y los estoicos, entre otros, que postula una conexión intrínseca entre todos los seres, animados por un alma universal que infunde vida e inteligencia al cosmos[48][49]. Platón, en el Timeo, presenta al cosmos como un ser vivo dotado de alma y razón, construido por el demiurgo siguiendo un patrón divino, de modo que el alma del mundo asegura la armonía y orden racional del universo[50]. Los estoicos identificaron esta anima mundi con el Logos o pneuma ardiente que penetra todo (aquí vemos la continuidad con las nociones griegas)[42]. En la tradición hermética y neoplatónica, se concibe asimismo al mundo como un gran organismo viviente, sostenido por un espíritu divino unitario que une todas las cosas[51]. Plotino describió al alma del mundo como intermediaria entre el Intelecto puro y la materia, animando y organizando la naturaleza entera. Esta idea del anima mundi tuvo gran influencia: por ejemplo, en el Renacimiento pensadores como Marsilio Ficino la retomaron para hablar de la única alma que palpita en hombres, animales, plantas y astros. En suma, anima mundi ofrece una visión holística donde el cosmos no es un mecanismo muerto, sino un ser vivo dotado de alma, y por tanto nuestras almas individuales serían chispas o fractales de esa alma mayor. Esta noción promueve una espiritualidad cósmica: venerar la naturaleza y sentirse íntimamente conectado con el Todo viviente.

·      Summum bonum – Es una frase latina que significa “el sumo bien” o “bien supremo”, usada en filosofía para referirse al valor más alto y fin último que los seres humanos deben perseguir[52]. Cicerón popularizó el término en la época romana al discutir, por ejemplo, qué es el bien final en las diferentes escuelas (estoicismo, epicureísmo, etc.). En la filosofía medieval cristiana se identificó el summum bonum con Dios o con la bienaventuranza de la vida eterna en comunión con Dios[53]. En ética se considera que el summum bonum es un fin en sí mismo que engloba a todos los demás bienes: es decir, es aquello que buscamos por su propio valor y que, una vez alcanzado, colma la realización humana. Por ejemplo, para Aristóteles, como vimos, sería la felicidad virtuosa; para el utilitarismo moderno, podría ser la máxima felicidad del mayor número; para el cristianismo, la vida justa en la gracia divina. El concepto de summum bonum lleva implícita la idea de jerarquía de valores: si conocemos el bien supremo, podremos orientar correctamente nuestras acciones, sacrificando bienes inferiores en pos de los superiores[54]. La pregunta por el summum bonum ha guiado buena parte de la reflexión moral occidental: ¿Qué es lo más importante en la vida? ¿La virtud, la felicidad, el amor, la unión con Dios? Cada sistema ofreció su respuesta. Immanuel Kant, por ejemplo, integró virtud y felicidad en el summum bonum, postulando que en un mundo ideal la virtud perfecta produciría la máxima felicidad[55]. En definitiva, esta expresión en latín nos invita a contemplar el propósito moral más elevado de nuestra existencia y a organizar nuestra vida en función de ese norte supremo.

En conclusión, al explorar estas palabras y conceptos de lenguas ancestrales, descubrimos hilos comunes en la experiencia humana. Ideas como el alma entendida como aliento vital, la unidad entre el individuo y el universo, la transitoriedad de la vida, o la aspiración a un bien supremo, emergen en culturas separadas por tiempo y distancia. Cada término es un puente entre la interioridad humana y la vastedad cósmica: desde el Ātman hindú que es uno con Brahman, hasta el teotl náhuatl que pulsa en todas las cosas; desde el Logos griego que ordena el cosmos, hasta la neshamá hebrea que Dios sopla en cada persona otorgándole propósito. Estas palabras únicas encierran metáforas y cosmovisiones de enorme riqueza cultural y neuro-lingüística, recordándonos que la búsqueda de propósito, transformación y conexión con el universo ha sido y sigue siendo una travesía central del espíritu humano. Cada lengua nos brinda lentes poéticos para entendernos a nosotros mismos: cuando decimos ikigai, dharma, tikun olam o summum bonum, en el fondo hablamos de lo mismo – de hallar nuestro lugar en el gran concierto del ser, armonizando el universo externo con nuestro universo interno en pos de un propósito mayor.

Fuentes: Las referencias a textos clásicos y explicaciones provienen de fuentes especializadas y obras académicas, incluyendo enciclopedias en línea y artículos de investigación: sagradas escrituras hinduistas y comentarios (Upanishads, Vedānta)[3][4][5][6]; recopilaciones de estética y cultura japonesa[7][9][10]; literatura rabínica y kabalística judía (Chabad.org, Aishlatino)[12][14][15][19]; estudios de filosofía nahua (León-Portilla, etc.)[21][23][27][36]; diálogos griegos y obras éticas de Aristóteles[43]; enseñanzas de maestros tibetanos (Sogyal Rimpoché)[44]; y tratados filosóficos en latín traducidos por la escolástica[48][52], entre otros. Cada cita en el texto enlaza a la fuente original consultada para mayor detalle y verificación.


[1]  Alma: neshamá (נְשָׁמָה) - Mirando hacia adentro - Jabad.com

https://es.chabad.org/library/article_cdo/aid/6837613/jewish/Alma-nesham.htm

[2] Espíritu - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Esp%C3%ADritu

[3] [4] [5] Brahman (divinidad impersonal hinduista) - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Brahman_(divinidad_impersonal_hinduista)

[6] El significado del Dharma, la segunda joya del budismo

https://www.editorialkairos.com/blog/el-significado-del-dharma-la-segunda-joya-del-budismo

[7] [8] Ikigai - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Ikigai

[9] Yūgen, el concepto zen para conectar con la profundidad de la existencia

https://lamenteesmaravillosa.com/yugen-concepto-zen-conectar-profundidad-existencia/

[10] Mono no aware - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Mono_no_aware

[11] Mono no aware: La gentil tristeza de las cosas - Cultura Inquieta

https://culturainquieta.com/estimulante/mono-no-aware-la-gentil-tristeza-de-las-cosas/

[12] [13] [14] El alma: Una visión judía

https://aishlatino.com/el-alma/

[15] [16] [17] What is a Soul?  | Sefaria

https://www.sefaria.org/sheets/291797

[18] [19] Tikún Olam - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Tik%C3%BAn_Olam

[20] [21] [23] [27] Téotl - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A9otl

[22] [24] [25] [26] [28] [29] [30] [31] [32] [33] [34] [35] [36] [37] [38] [39] [40] Aztec Philosophy | Internet Encyclopedia of Philosophy

https://iep.utm.edu/aztec-philosophy/

[41] Ancient Greek Theories Of The Human Soul | TheCollector

https://www.thecollector.com/ancient-greek-theories-of-the-human-soul/

[42] [50] [51] Anima mundi - Wikipedia

https://en.wikipedia.org/wiki/Anima_mundi

[43] Eudaimonía: la felicidad según Aristóteles - Muy Interesante

https://www.muyinteresante.com/historia/63265.html

[44] [45] [46] «Sem» y «Rigpa» – Peor para el Sol

https://peorparaelsol.com/2011/09/06/sem-y-rigpa/

[47] These 5 Precious Tibetan Words Reveal Multiple Lifetimes’ Worth of Secrets About Consciousness | by Rami Dhanoa | Mystic Minds | Medium

https://medium.com/mystic-minds/these-5-precious-tibetan-words-reveal-multiple-lifetimes-worth-of-secrets-about-consciousness-4704045e69ee

[48] [49] Anima mundi - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Anima_mundi

[52] [53] [54] [55] Summum bonum - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Summum_bonum

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