El Elefante Esmeralda: Meditación, Identidad y Transformación Global

Meditación: del Dhyāna hindú al Zen oriental

La tradición espiritual de la India nos lega el concepto de dhyāna (en sánscrito ध्यान), que significa meditación profunda. Este término viajó con el budismo desde la India hacia el este: al entrar en China se transcribió fonéticamente como Chan (), y más tarde llegó a Japón como Zen () [1] . Dhyāna refiere a un estado de contemplación sostenida y ecuánime que trasciende las respuestas automáticas de la mente [2] . En textos antiguos se describe el dhyāna como un método central para “quemar las impurezas” mentales y lograr upekṣhā – una ecuanimidad pura y vigilante [2] . La influencia de esta palabra sánscrita se extiende hasta el presente: incluso el idioma hindi moderno conserva dhyaan con el sentido de atención profunda o reflexión meditativa. En la filosofía yóguica india, la meditación no es un mero ejercicio mental, sino una vía para acceder a estados superiores de conciencia y conocerse a uno mismo. Es el sustrato de escuelas enteras, como la “escuela del Dhyāna” en tiempos del Buda, cuyo único medio para la iluminación era la meditación [3] . La difusión de dhyāna al Chan chino y al Zen japonés ilustra cómo el lenguaje sánscrito y sus conceptos fundamentales han nutrido culturas enteras, adaptándose sin perder la esencia: la búsqueda interior mediante la contemplación silenciosa.

Lenguaje sánscrito, Upanishads y la identidad cósmica.

El sánscrito, lengua clásica de la India, es portador de la filosofía vedántica contenida en las Upanishads . En estas escrituras surge la idea de una identidad universal o yo superior que subyace en cada individuo. Una de las grandes expresiones de esta idea se encuentra en el mahāvākya (gran axioma) Aham Brahmāsmi , del Brihadāraṇyaka Upanishad , que significa literalmente: “Yo soy Brahman (la realidad absoluta)” [4] . Es un pronunciamiento de identidad espiritual: Brahman es la conciencia infinita y el ātman (sí mismo individuo) no es distinto de esa totalidad. En palabras de la tradición advaita, “yo soy Brahman, el Absoluto” [4] . Este reconocimiento, Aham Brahmāsmi , señala que la auténtica identidad del ser humano es una con la conciencia cósmica. Desde los inicios filosóficos del sánscrito , con sus etimologías sagradas, se concibió el yo no como un ego separado sino como una chispa de lo infinito. Las Upanishads proclaman la unidad esencial de toda existencia: Tat Tvam Asi – “Eso (Brahman) eres tú” – complementa la realización de Aham Brahmāsmi .

Esta noción de identidad cósmica tiene ecos en enseñanzas contemporáneas. Por ejemplo, el yogui Sadhguru afirma que antes de iniciar cualquier educación deberíamos adoptar una identidad ilimitada: “una identidad universal, cósmica” , porque la educación es empoderamiento , y “nunca debes empoderar una identidad limitada; si empoderas una identidad limitada, la violencia es una consecuencia natural” [5] . En otras palabras, solo cuando nos reconocemos como parte integral de la humanidad y de la existencia –y no divididos por identidades estrechas de nación, raza, credo o casta– nuestra inteligencia trabajará por el bienestar de todos. Esta enlaza visión raíces antiguas y pensamiento moderno: la identidad individual expande sus fronteras hasta fundirse con la identidad cósmica, evitando así los conflictos nacidos de separaciones artificiales. La lengua sánscrita nos brinda los términos precisos para estas ideas (Brahman, ātman, aham, etc.), mientras que las lenguas indias modernas (hindi, tamil, bengalí, etc.) aún portan esas palabras o sus derivados, manteniendo vivo el legado. En hindi, por ejemplo, ahankār significa ego u orgullo – un eco de ahaṃkāra –, y Brahman es entendido como el Ser Supremo. Vemos así cómo idioma y espiritualidad se entrelazan: el lenguaje moldea la forma en que conceptualizamos quiénes somos en el universo.

Las dimensiones de la mente: buddhi , manas , ahaṃkāra y chitta.

En la tradición yóguica de la India, la mente humana no se concibe como una entidad única, sino como un conjunto de facultades o “cuerpo mental” con diversas dimensiones. Se suelen distinguir cuatro componentes fundamentales: buddhi (intelecto), manas (mente en sentido amplio, asiento de la memoria y las impresiones), ahaṃkāra (identidad o ego) y chitta (inteligencia pura o conciencia más allá de la memoria) [6][7] . Estas categorías engloban las 16 dimensiones o funciones sutiles de la mente mencionadas en los antiguos sistemas de Yoga [8] .

  • Buddhi , el intelecto, es la facultad discriminativa y lógica. Es la parte de la mente que analiza, compara y concluye. En la psicología moderna se asemejaría al pensamiento racional. Sin embargo, los sabios indios enfatizan que el intelecto es limitado: “Buddhi no puede funcionar sin un cierto banco de memoria o datos” [9] . Es decir, el intelecto opera siempre con la información que hemos acumulado; por agudo que sea ( buddhi afilado), no puede por sí solo trascender lo ya conocido [10] . Esto implica que confiar exclusivamente en la razón nos encierra en los confines de nuestras experiencias pasadas. La educación moderna ha glorificado al intelecto, pero sobredimensionarlo produce una existencia parcial – Sadhguru la llama irónicamente “forma de existencia buddhu (tonta)” cuando olvidamos las demás capacidades de la mente [11] . Un ejemplo cotidiano: alguien muy intelectual puede resolver problemas abstractos, pero quizás carece de paz interior o claridad intuitiva. La cultura india tradicional buscó cultivar todas las facultades mentales, no solo el intelecto, entendiendo que la verdadera inteligencia es más holística.
  • Manas , la mente en sentido amplio, abarca la mente sensorial y la memoria. En la visión yóguica, manas tiene “muchas capas” y no se localiza solo en el cerebro, sino en todo el cuerpo [12] . Cada célula corporal contiene memoria e inteligencia, aunque no un intelecto racional [12] . Nuestro cuerpo recuerda preventivamente: lleva inscrita la información de millones de años de evolución. Sadhguru señala que “tu cuerpo recuerda claramente cómo fueron tus antepasados hace un millón de años” [12] . A nivel físico, la memoria genética en cada célula define rasgos heredados; pero la concepción va más lejos al decir que incluso hay memoria evolutiva y cósmica operando en nosotros. Manas incluye las impresiones subconscientes ( saṃskāras ) y la inteligencia “silenciosa” que regula funciones vitales. Por ejemplo, el hecho de que podamos subir escaleras sin pensar, o que el corazón lata sin intervención consciente, demuestra que una inteligencia memorística gobierna el cuerpo [13][14] . En la terminología vedántica, al cuerpo sutil cargado de memoria se le llama mano-maya-kośa (envoltura mental hecha de manas) [12] . En español solemos englobar todo bajo la palabra “mente”, pero en sánscrito se especifica: manas es esa mente memoria, instintiva, a veces llamada también citta en ciertos contextos (aunque en el esquema yogui que seguimos aquí, citta tiene otra acepción, como veremos).
  • Ahaṃkāra , la tercera dimensión de la mente, es el generador del “yo” – la identidad o ego. A menudo se traduce simplemente como ego, pero es un concepto más amplio: es el sentido mismo de ser alguien . Ahaṃ significa “yo” en sánscrito, kāra implica “hacedor” o “formador”: ahaṃkāra es literalmente el “formador del yo”, el principio que nos hace decir yo soy esto o aquello . Este componente es crucial porque condiciona el intelecto . Como explica Sadhguru, "Ahankara te da un sentido de identidad. Una vez que tu ahankara adopta una identidad, tu intelecto (buddhi) funciona solo en ese contexto" [15] . El intelecto, por brillante que sea, se ve “esclavizado” por la identidad con la que nos identificamos [15] . Si pienso “soy chileno”, buddhi operará defendiendo y racionalizando todo desde ese patriotismo; si pienso “soy un hombre de ciencia”, buddhi filtrará la realidad según ese materialismo científico, y así sucesivamente. En palabras del texto yóguico: "El intelecto solo puede funcionar a lo largo del eje de ahankara. No puede trascenderlo" [16] . Por eso, ampliar o refinar nuestra identidad cambia radicalmente la forma en que opera nuestra inteligencia. ¿Es necesaria una identidad para el intelecto? La tradición respondería que : el intelecto necesita un “marco de referencia” (proveído por ahankāra) para organizar los datos y tomar decisiones [17] . Sin alguna identidad, el intelecto sería un motor sin volante que lo dirija. Sin embargo, ese marco puede ser limitado o vasto. Si nuestra identidad es pequeña ( “solo mi familia, mi país, mi religión” ), el intelecto servirá a objetivos estrechos y quizás conflictivos; si la identidad es amplia ( “soy un ser humano, soy uno con toda la vida” ), el intelecto servirá al bienestar universal [5] . Por eso, muchas enseñanzas enfatizan en cultivar una identidad global o cósmica para que la inteligencia funcione con compasión y amplitud.
  • Chitta , finalmente, es descrita como la dimensión más profunda: una inteligencia pura, sin contenido de memoria [7] . Chitta es la mente en su estado de conciencia original, no manchada por impresiones pasadas ni por la identidad egoica. Sadhguru la llama "inteligencia cósmica... simplemente está ahí. Todo sucede por su causa" [7] . Equivale a la conciencia pura en nosotros, ese fondo silencioso sobre el cual aparecen los pensamientos. En términos de Vedanta, podríamos asociarla al ātman iluminado oa la intuición directa de la realidad (prajñā). Chitta está siempre activa en cada ser vivo: es la inteligencia que mantiene el latido del corazón, la que guía la creación y sostiene el cosmos [18] . No depende de la memoria ni de la lógica; es, por decirlo así, la “chispa divina” dentro. Cuando tocamos conscientemente esta dimensión –por medio de prácticas meditativas profundas o gracia espiritual– se dice que “Dios se convierte en tu esclavo” , en el sentido de que la existencia comienza a cooperar sin esfuerzo con nuestros propósitos puros [19] . Este estado de flujo con lo universal es conocido como Ishwara pranidhana en Yoga (entrega al Supremo), donde nuestras intenciones se alinean perfectamente con la inteligencia del cosmos [20] . En la experiencia de chitta, cesa la sensación de estar separados o limitados: uno actúa espontáneamente con acierto porque es la inteligencia mayor –y no el ego limitado– la que guía cada paso.

En conjunto, estas cuatro dimensiones forman el antahkaraṇa (instrumento interno) de la filosofía yóguica [6] . Modernamente, podríamos pensarlas así: buddhi es la parte analítica, manas la mente subconsciente y memoria, ahankara el sentido de “yo” y chitta la conciencia testigo. Las enseñanzas tradicionales recomiendan que el ser humano desarrolle un equilibrio entre ellas. En palabras de Sadhguru, el problema hoy es que “solo hemos sido entrenados para usar el intelecto… y todo el peso recae en una sola de las dieciséis ruedas de la mente” , llevándonos al estrés y la confusión [21] . La sabiduría india propone trascender la tiranía del intelecto (y del ego), accediendo a las otras “ruedas” de nuestro vehículo mental para conducir la vida con serenidad, intuición y plenitud.

Ocho formas de memoria: el sustrato de la identidad

Una idea poderosa de las escrituras yóguicas es que nuestra identidad personal está construida sobre la memoria . No solo la memoria de hechos que registramos conscientemente, sino un inmenso depósito de memorias acumuladas a lo largo de la existencia. Se identifican ocho dimensiones de la memoria que moldean quiénes somos [22] :

·       Memoria elemental : impresiones registradas en los cinco elementos básicos que componen nuestro cuerpo (tierra, agua, fuego, aire, espacio). Equivale a decir que la materia misma porta recuerdos; por ejemplo, nuestras células contienen los mismos elementos que una estrella lejana, guardando la memoria de la creación estelar.

·       Memoria atómica : la estructura atómica y molecular lleva información. Cada átomo de carbono o hierro en nuestro organismo conserva propiedades definidas por eventos cósmicos anteriores (el “eco” del Big Bang y de las estrellas que los forjaron).

·       Memoria evolutiva : el cuerpo recuerda su historia biológica. Todos pasamos por formas de vida anteriores durante la gestación (similitudes embrionarias), testimonio de que codificamos la larga evolución desde organismos unicelulares hasta mamíferos. El comportamiento instintivo humano (como succionar al nacer) es memoria evolutiva en acción.

·       Memoria genética : heredada de nuestros padres y linaje. Determina rasgos físicos (color de ojos, predisposiciones de salud) y quizás inclinaciones sutiles. Por ejemplo, llevamos la “nariz de nuestro tatarabuelo en la cara” aunque nunca lo hayamos conocido [13] .

·       Memoria kármica : las impresiones de acciones pasadas que portamos en un nivel no tangible. En la filosofía hindú, karma significa acción y su huella. Esta memoria sutil influye en nuestras tendencias mentales, circunstancias de vida y reacciones emocionales. Sería equivalente a las “inclinaciones inconscientes” o vasanas con las que nacemos.

·       Memoria sensorial (sensorial) : cada experiencia sensorial que hemos tenido deja un rastro. Aunque no recordemos conscientemente todos los sonidos, visiones y texturas percibidas, quedan almacenadas en algún nivel. Esta memoria permite, por ejemplo, que asociemos el olor del pasto con la infancia, incluso sin saber por qué aflora la emoción.

·       Memoria articulada : todo aquello que podemos expresar con palabras o imágenes claras. Es la memoria consciente y organizada: hechos aprendidos, relatos familiares, conocimientos adquiridos en libros. Es la parte de la memoria que alimenta directamente a nuestro intelecto (buddhi).

·       Memoria inarticulada : memoria que no es fácil de verbalizar. Puede manifestarse como instintos, sensaciones sin explicación, o habilidades corporales. Saber montar en bicicleta es un ejemplo: nuestro cuerpo “recuerda” cómo mantener el equilibrio y pedalear coordinadamente, aunque explicarlo con el intelecto resulta difícil. Igualmente, traumas infantiles no registrados explícitamente pueden vivir en nosotros como reacciones emocionales (memoria inarticulada activa).

Estas ocho formas de memoria no son compartimentos aislados, sino capas profundamente interconectadas de nuestro ser [23] . Juntas constituyen el “cuerpo de la memoria” que sostiene nuestra personalidad y percepción del mundo. En palabras de Sadhguru: "Todo es memoria. Cada célula del cuerpo tiene un millón de veces más memoria que el cerebro" [24] . En efecto, las diferencias entre individuos –nuestras aptitudes, miedos, preferencias– son el resultado de combinaciones únicas de estas memorias. Desde la mirada yóguica, incluso lo que llamamos mente y carácter es una especie de software escrito por la memoria de incontables generaciones y experiencias.

Comprender esto tiene profundas implicaciones. Primero, descubra la noción de un “yo” completamente autónomo: lo que creemos ser en cada momento es un producto de la memoria operando a distintos niveles. Segundo, muestra una salida al condicionamiento: dado que la memoria nos automatiza (actuamos “en piloto automático” según hábitos kármicos y genéticos), la vía de la liberación espiritual consiste en romper la identificación con estas memorias. Como dice un pasaje sobre advaita vedānta, «ahamkāra , el ego, se apropia de las experiencias y piensa “yo hago, yo sufro, yo deseo”. La liberación llega al ver que ese yo personal es tan solo otro pensamiento, un espejismo creado por la memoria”* [25] . En otras palabras, al ahondar en la conciencia pura (chitta), uno descubre un “yo” más allá de la memoria: el Ser inmutable.

No obstante, en la vida práctica la memoria es nuestra gran aliada –hasta cierto punto. Gracias a la memoria sobrevivimos (recordamos qué plantas comer, cómo hablar, quién es nuestra familia) y la memoria “enriquece la vida” con sentido de continuidad, cultura y aprendizaje [26] . Pero la memoria también “es una frontera” [26] : limita nuestra percepción. Solo vemos como amigo a quien reconocemos en nuestra memoria; el desconocido nos provoca recelo [26] . A nivel colectivo, las identidades basadas en la memoria (historia nacional, tradiciones religiosas heredadas) pueden volverse barreras entre los seres humanos. Por ello, los sabios nos invitan a no quedar atrapados en las identidades de la memoria. “Hay una dimensión de inteligencia dentro de nosotros que no tiene ni un ápice de memoria” [27] , recuerdan. Esa es chitta, la conciencia pura. En cuanto un individuo toca esa dimensión –aunque sea por un destello– siente una universalidad en su existencia [27] . Ya no actúa como “hijo de tal memoria” enfrentado a “hijo de tal otra memoria”, sino como vida consciente frente a otra vida consciente. De allí brota la compasión genuina y la sabiduría espiritual: reconocer la unidad subyacente tras la diversidad que proyecta la memoria.

La propuesta de la tradición hindú (desde los Upanishads hasta maestros modernos) es entonces metamorfosear nuestra identidad : de un yo hecho de memorias limitadas a un Yo asentado en la conciencia ilimitada. En términos prácticos, esto supone purificar la ahaṃkāra –dejar de identificarse exclusivamente con el cuerpo físico, la historia personal o los roles sociales, e identificarse con el ātman o ser universal. No significa rechazar la memoria (sería imposible y no deseable) sino ya no ser esclavo de ella. Como expresa un aforismo védico: “Conoce que yo soy Brahman” , en lugar de “Piensa que yo soy Brahman” [28][29] . Es decir, realizar internamente nuestra naturaleza divina en vez de quedarnos en constructos mentales. Esa realización destruye las ataduras kármicas de la memoria. El Laghu Vākyavṛtti de Adi Shankara señala que la convicción “Yo soy el hacedor, yo soy mi historia” es ignorancia, y solo al investigarse a sí mismo uno descubre el Yo absoluto libre de toda impronta [25] .

El Elefante Esmeralda: símbolo de metamorfosis y propósito

Imaginemos ahora la imagen del elefante esmeralda como una alegoría final que integra todo lo anterior. En muchas culturas, el elefante simboliza fuerza, sabiduría y memoria. En el budismo tibetano, se usa la metáfora de un elefante para ilustrar la transformación de la mente: al inicio de la práctica espiritual, la mente descontrolada es como un elefante gris, turbulento y capaz de arrasar con todo; tras un proceso de entrenamiento y autoconocimiento, esa misma mente se convierte en un elefante blanco, firme y dócil, que “puede dirigirse hacia donde uno desee y destruir todos los obstáculos en su camino” [30] . El paso de gris a blanco simboliza la purificación y el dominio interior. ¿Y el color esmeralda ? La esmeralda, con su intenso verde, añade una dimensión de renovación y corazón a este símbolo. En el esoterismo de las gemas, la esmeralda representa sanación, crecimiento y apertura del corazón: “revitaliza el espíritu y renueva la energía vital del portador” , asociándose con la renovación de la naturaleza [31] , a la par que “potencia la claridad mental y la sabiduría, fortaleciendo la memoria y el enfoque” [32] . El verde es el color del cuarto chakra (Anāhata), el centro energético del amor y la compasión, donde el individuo trasciende el ego y percibe la unidad. Un Elefante Esmeralda podría así representar la mente transformada y el corazón despierto : la fuerza de la sabiduría (elefante) teñida de compasión y vitalidad espiritual (esmeralda).

Para cualquier persona, incluso la más “común y corriente” en apariencia, este símbolo sugiere que es posible una metamorfosis interior sin depender del origen social o cultural. Todos poseemos, latente, ese “elefante” de la mente con enorme poder –pero necesitamos refinarlo. El proceso es semejante a pulir una piedra bruta hasta que revele la gema en su interior. Aplicando los conocimientos milenarios que hemos explorado – meditación (dhyāna) para aquietar la mente, expansión de la identidad más allá de lo limitado (de ahamkāra estrecho a Aham Brahmāsmi cósmico), uso consciente de todas las dimensiones de la inteligencia (no solo el intelecto racional, sino también la intuición de chitta y la energía de manas), y liberación de los condicionamientos de la memoria kármica – cualquier ser humano puede “tomar las riendas” de su propio elefante interno.

Imaginemos a una persona enfrentando una crisis personal (una pérdida, una incertidumbre vocacional, etc.). Al inicio, quizás se siente arrastrada por sus impulsos y memorias (el elefante gris desbocado del miedo o la tristeza). Pero si cultivas la atención meditativa y reflexiona a la luz de estas enseñanzas, empieza a domar al animal. Deja de verso a sí misma como víctima de circunstancias (identidad limitada) y se reconecta con algo más vasto: tal vez mediante la idea de que “soy parte del gran flujo de la vida, no un ser aislado” encuentra resiliencia y propósito. Sus valores se alinean con el bienestar colectivo, lo que enciende la compasión en su corazón. Es el florecimiento del color verde esmeralda: crecimiento emocional, amor genuino hacia sí y hacia otros, renovación de su motivación vital. Su memoria ya no la ata al pasado con resentimiento; por el contrario, se convierte en fuente de aprendizaje ( “lo que ocurrió me hizo más fuerte y sabio” ). Esta persona, antes promedio, encarna ahora una sabiduría serena –como un elefante esmeralda que avanza con paso firme, llevando consigo la prosperidad del conocimiento del alma .

En la tradición hindú, no importaba si uno era rey o campesino: las verdades espirituales estaban abiertas para todos los que anhelaran comprender. Los poemas upanishádicos relatan cómo jóvenes, ancianos, hombres, mujeres e incluso niños (como Nachiketas en el Kaṭha Upanishad ) lograron revelaciones sublimes al hacer las preguntas correctas y escuchar con atención profunda. El propósito de la vida , según estas enseñanzas, no depende de títulos ni pertenencias externas, sino del despertar interior de la persona. Cada quien, en su rincón del mundo, puede emprender el viaje heroico desde la ignorancia hacia la iluminación, desde la fragmentación hacia la unidad. El lenguaje sánscrito nos dio conceptos para guiar ese viaje – dhyāna para la disciplina mental, sādhanā para la práctica espiritual, guru para quien disipa la oscuridad con conocimiento– y el tiempo actual nos da la oportunidad de integrarlos con la perspectiva global. Hoy más que nunca, un buscador en cualquier país puede acceder a las enseñanzas antiguas y comprobar su validez.

La figura del Elefante Esmeralda resume la invitación a transformarnos integrando sabiduría y amor . La fuerza sin amor puede ser ciega y violenta; el amor sin dirección sabia puede ser impotente. Cuando desarrollamos ambos –la profunda comprensión de la realidad y la compasión hacia todos los seres– nos convertimos en agentes de metamorfosis en el mundo. Al igual que la esmeralda se asocia con “energías universales que pueden transformar y enriquecer la vida espiritual” [33][34] , un individuo que realiza su verdadera identidad (su naturaleza de Brahman) puede inspirar y enriquecer a su comunidad.

En última instancia, esta senda de conocimiento nos lleva a descubrir el propósito más genuino: realizar nuestro potencial pleno como seres humanos despiertos y servir a la misma vida. Como proclaman los sabios: “Ya eres Eso” , solo tienes que reconocerlo. Al hacerlo, la pesada pesadumbre de un elefante gris se transmuta en la radiante presencia de un Elefante Esmeralda –fuerte, consciente, compasivo– avanzando imparable en el sendero de su dharma (misión de vida). Es una metáfora de esperanza: sin importar nuestras memorias dolorosas o limitaciones aparentes, podemos recrearnos a la luz de la conciencia, y al reencontrar nuestra identidad universal hallaremos el poder para cumplir un propósito que trasciende al ego y abraza el bienestar de todos los seres.

Referencias 🕉️📚

·      Upanishad Brihadāraṇyaka 1.4.10 – Mahāvākya “Aham Brahmāsmi” (Yo soy Brahman) [4] .

·       Chan (Zen) como transliteración china del sánscrito Dhyāna (meditación) [1] .

·      Sadhguru (2012). Identidad y educación – “Antes de impartir educación se debe asumir una identidad cósmica, nunca empoderar identidades limitadas” [5] .

·      Sadhguru (2021). El auténtico poder de la mente – Las cuatro dimensiones internas: buddhi (intelecto), manas (memoria mental), ahankara (identidad) y chitta (inteligencia pura) [8][35] .

·      Sadhguru (2025). Cómo superar una separación – Las distintas memorias que componen nuestro ser: evolutiva, genética, kármica, consciente/inconsciente, articulada/no articulada [13] .

·      Sadhguru, Adiyogi – El origen del Yoga – Explicación de las ocho formas de memoria humana: elemental, atómica, evolutiva, genética, kármica, sensorial, inarticulada y articulada [22] .

·      Entrevista Cambio16 (2022) – "Todo es memoria. Cada célula tiene más memoria que el cerebro. Al tocarnos una dimensión más allá de la memoria, surge un sentido de universalidad" [24][27] .

·      Texto No-dualidad – Introducción al Vedānta: Los cuatro mahāvākyas védicos y significado de Aham Brahmasmi [4][36] .

·      Simbología budista – El elefante gris (mente indómita) transformándose en elefante blanco (mente entrenada) como símbolo de fuerza mental e iluminación [30] .

·      Tradición esotérica – Significado espiritual de la esmeralda : renovación vital, sabiduría, apertura del corazón e intuición elevada [31][32] .


[1] [2] [3] Dhyana - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Dhyana

[4] [25] [28] [29] [36] No-dualidad Textos | Una Introducción al Vedanta Advaita (2)

https://www.nodualidad.info/textos/introduccion-al-vedanta-advaita-2.html

[5] Sadhguru - Inspiración

https://inspiry.org/sadhguru/44/

[6] Resolviendo el enigma de la mente | Sadhguru

https://isha.sadhguru.org/es/wisdom/video/resolviendo-el-enigma-de-la-mente-sadhguru

[7] [8] [9] [10] [11] [12 ] [ 15] [16 ] [17] [18] [19] [20] [21] [35] Aprovechar el auténtico poder de la mente

https://isha.sadhguru.org/es/wisdom/article/el-autentico-poder-de-la-mente

[13] [14] ¿Cómo superar una separación?

https://isha.sadhguru.org/es/wisdom/article/como-superar-una-separacion

[22] [23] Karma (Sadhguru) (z-lib.org) | PDF

https://it.scribd.com/document/817450416/Karma-Sadhguru-z-lib-org

[24] [26] [27] Sadhguru, la conciencia del planeta - Cambio16

https://www.cambio16.com/sadhguru-la-conciencia-del-planeta/

[30] Animales en el budismo | budismo buda

https://bouddha-bouddhisme.com/es/blogs/bouddhisme/los-ánimales-en-el-bouddhisme-simbolismo-significado?srsltid=AfmBOopE_j4mBhUatSwKpyIop7mdO7e6K5PJR7BOCKNVdmXinCfRTBzg

[31] [32] [33] [34] Esmeralda Propiedades Mágicas & Significado Espiritual | Piedras Preciosas Sueltas

https://patrickahuir.com/es/esmeralda.html

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