II Cosmovisiones indígenas de Chile y América Latina: Historia, vida y enseñanzas ecológicas

Comparación de valores y enseñanzas comunes

A pesar de la diversidad cultural entre mapuches, mayas, aztecas, incas y otros pueblos originarios de América, sus enseñanzas presentan notables coincidencias . Podemos resumir las ideas y valores compartidos de la siguiente manera:

  • Reverencia por la Madre Tierra: En todas estas culturas la tierra es sagrada y es vista como madre que da vida. Los mapuche veneran a Ñuke Mapu, los andinos a Pachamama, los aztecas a Tonantzin/Coatlicue, los mayas a diversas diosas de la fertilidad y al concepto de una energía vital universal. Esta reverencia se traduce en rituales de agradecimiento (pagos a la tierra, fiestas de la cosecha) y en la idea de que la naturaleza tiene derechos o voluntades propias que el ser humano debe respetar [12][34] .
  • Espiritualidad animista y conexión con la naturaleza: Prácticamente todos estos pueblos creen que cada elemento natural tiene un espíritu o una presencia divina. Ya sean los ngen mapuche, los dioses aztecas de la lluvia, el sol, el maíz, o los espíritus mayas de las montañas y cenotes, subyace la noción de que el mundo está vivo . Esta fomenta una visión una actitud de respeto; por ejemplo, pedir permiso antes de usar un recurso, realizar ceremonias de purificación y evitar la profanación de lugares sagrados en la naturaleza [5][16] .
  • Concepción cíclica del tiempo y armonía cósmica: A diferencia de la visión lineal occidental, los pueblos originarios conciben el tiempo como ciclos (las estaciones, los años solares, eras míticas que se repiten). Tanto el calendario maya como las fiestas andinas o las leyendas aztecas de los “soles” indican un eterno retorno. Esto enseña que la renovación sigue a la crisis y que la naturaleza tiene ritmos que hay que acompañar. La agricultura de estas culturas se sincronizaba con los ciclos solares y lunares; Había temporadas sagradas de siembra y cosecha, y periodos de descanso de la tierra. La idea de equilibrio es central: si hay sequía o desastre, se interpreta como un desequilibrio cósmico a corregir mediante ofrendas o ajustes en la conducta humana [26][11] .
  • Comunidad y cooperación: Los pueblos indígenas normalmente valoran lo colectivo sobre lo individual. La ayuda mutua (ayni, mink'a en los Andes; tequio o trabajo comunal en Mesoamérica; el trabajo comunitario en el lof mapuche, etc.) es parte del tejido social. Las decisiones importantes solían tomarse en consejo de ancianos o asambleas. Esta estructura fomentaba un uso compartido de recursos: por ejemplo, las tierras comunales mapuche o incas, los sistemas de riego repartidos equitativamente, los graneros colectivos. La sabiduría ancestral se transmitía oralmente de mayores a jóvenes, fortaleciendo la identidad grupal y la continuidad cultural [35][31] . En resumen, entendían que la supervivencia a largo plazo dependía de la solidaridad interna y del respeto a acuerdos comunitarios (no sobreexplotar, repartir lo obtenido, socorrer a los necesitados), valores perfectamente alineados con la sostenibilidad.
  • Conocimientos ecológicos y técnicas sostenibles: Todas estas culturas desarrollaron conocimientos empíricos profundos sobre sus entornos: clasificaron especies de plantas y animales, entendieron ciclos climáticos, adaptaron sus cultivos a la geografía. Este conocimiento a menudo estaba codificado en la lengua y en prácticas rituales. Por ejemplo, los mayas conocieron múltiples variedades de maíz y técnicas de asociación de cultivos (milpa) que mantienen la fertilidad del suelo; los incas manejaron más de 200 variedades de papa y construyeron terrazas que hoy aún se usan; los aztecas supieron hacer florecer jardines flotantes en lagos; los mapuche conocen las propiedades medicinales de muchas plantas nativas y las conservan mediante recolección respetuosa. Eran sistemas pre-científicos muy efectivos, transmitidos de generación en generación. Muchas de estas prácticas resultaron sostenibles durante siglos , comparadas con modelos extractivos modernos que agotaron en pocas décadas suelos o bosques. La clave estaba en la observación aguda de la naturaleza, la diversificación (no monocultivo), el respeto a los límites naturales y la integración del conocimiento con la espiritualidad (no separar “recurso” de “ser sagrado”).

En conjunto, las cosmovisiones indígenas de América nos enseñan una filosofía de interdependencia : entre humanos, y entre humanidad y naturaleza. No romantizamos una perfección absoluta (también hubo problemas ambientales locales en algunas sociedades prehispánicas), pero es claro que sus marcos culturales promovían la moderación, la reverencia y la responsabilidad compartida , en contraste con la explotación y el individualismo que han primado en otros modelos civilizatorios.

Consecuencias de la pérdida y marginación de las culturas indígenas

La colonización y modernización forzada de América Latina tuvo un impacto devastador en los pueblos originarios: no solo se redujo su población, territorio y autonomía, sino que se intentó erradicar sus lenguas, religiones y formas de ver el mundo. Este proceso de marginación cultural ha traído graves consecuencias tanto para las comunidades indígenas como para la humanidad en su conjunto.

En primer lugar, la pérdida de una lengua indígena implica la pérdida de una visión única del mundo . Cada idioma lleva consigo conceptos, valores y conocimientos acumulados por siglos. Como señala un informe, “los idiomas son una fuente de ideas y sabiduría cultural, por lo que su pérdida también hace que desaparezcan formas de entender el mundo” [36] . Por ejemplo, cuando el mapudungun o el quechua dejan de hablarse, se pierden términos intraducibles que reflejan la relación con la naturaleza, el sentido comunitario o la memoria histórica de esos pueblos. Muchas lenguas originarias contienen vocabulario extremadamente específico sobre ecosistemas locales, plantas medicinales, suelos, ciclos de lluvia, etc. – un patrimonio de conocimiento ecológico invaluable. Estudios recientes destacan que aproximadamente el 80% de la biodiversidad mundial se encuentra en territorios indígenas , donde las prácticas de conservación están ligadas a las tradiciones transmitidas en lengua nativa [37] . Las comunidades que mantienen vivas sus lenguas suelen aplicar prácticas de manejo sostenible más efectivas y detectar antes los cambios sutiles del medio ambiente [37] . Cuando muere una lengua indígena, no solo desaparecen palabras, también desaparecen saberes ancestrales sobre cómo convivir con la naturaleza – conocimientos que podrían ser cruciales para la humanidad en plena crisis climática.

Además, la marginación cultural genera fracturas en la identidad y el tejido social de los pueblos originarios. Durante siglos, las políticas oficiales (escuelas, iglesias, leyes) intentaron reemplazar las creencias indígenas por la cosmovisión occidental dominante. Esto llevó a la desvalorización e incluso vergüenza de las nuevas generaciones hacia sus propias raíces. Muchas comunidades dejaron de practicar sus ceremonias o de transmitir sus mitos por miedo a la discriminación. El resultado ha sido una pérdida de cohesión comunitaria y de autoestima colectiva . Paradójicamente, también significó perder oportunidades de enriquecer a la sociedad mayor con visiones alternativas. Cada cosmovisión ancestral marginada es una ocasión pérdida de diálogo : podríamos haber incorporado principios indígenas de respeto ambiental, medicina natural o gobierno comunitario, pero al suprimirlos quedamos más empobrecidos éticamente y más vulnerables ante problemas como la degradación ecológica.

La devastación ambiental en muchos países latinoamericanos durante los últimos siglos está conectada, en parte, con este silenciamiento de las voces indígenas . Al imponer un modelo de desarrollo que veía la tierra solo como objeto de explotación (minas, monocultivos, talas masivas), se descartaron las advertencias y conocimientos de quienes conocían esas tierras profundamente. Por ejemplo, la deforestación indiscriminada en bosques sagrados mapuches o amazónicos no solo destruye la biodiversidad, también atenta contra lugares de enorme importancia espiritual y cultural, amplificando la pérdida para los pueblos locales.

Por fortuna, en décadas recientes ha habido un resurgimiento de movimientos indígenas y un mayor reconocimiento (al menos en discurso) de sus derechos. Países como Bolivia y Ecuador incluyen conceptos del Buen Vivir y derechos de la naturaleza en sus constituciones, inspirados en la cosmovisión indígena. En Chile, la discusión constitucional incorporó nociones como itrofill mongen y la idea de la plurinacionalidad del Estado [3][13] . Sin embargo, el camino es complejo y aún persisten grandes desafíos para revitalizar lenguas como el mapudungun (que cuenta con relativamente pocos hablantes fluidos y enfrenta desinterés de los jóvenes) o la lengua maya, y para frenar la pérdida de conocimientos tradicionales. Cada abuelo indígena que fallece sin haber podido transmitir su lengua o sus historias representa una biblioteca entera que se extingue. "La pérdida de un idioma puede ser tan grave como la extinción de una planta o un animal. Una vez que una lengua ya no existe, los conocimientos que contiene también se pierden para la sociedad" [38] . Así de vinculados están la diversidad lingüística y la diversidad biológica y cultural.

En conclusión, la marginación de las culturas originarias conllevó la erosión de visiones del mundo más equilibrados con la naturaleza, justamente en una era donde necesitamos esas perspectivas. Reconocer el valor de estas culturas e impedir que sus lenguas mueran no es solo un acto de justicia histórica, sino también una estrategia inteligente para recuperar conocimientos que nos ayudarán a enfrentar retos modernos (desde el cambio climático hasta crisis sociales de sentido). Cada mito, cada término ecológico indígena, cada festividad agrícola tradicional es un tesoro de la humanidad que debemos intentar conservar y comprender.

Lecciones hacia una visión ecológica y sostenible del futuro

Las crisis ambientales y sociales del siglo XXI –calentamiento global, pérdida de biodiversidad, desigualdad extrema– han llevado a muchos pensadores a replantear las formas en que nos relacionamos con la naturaleza y con los demás. En esta búsqueda, las enseñanzas de los pueblos originarios de Chile y América Latina emergen como fuentes de inspiración poderosas para construir un futuro más sostenible y humano . Algunas de las lecciones concretas que podemos adoptar de sus cosmovisiones son:

  • Reconocer a la naturaleza como sujeto de derechos y respetar sus ciclos: Las culturas indígenas nos enseñan a ver a la Tierra no como un objeto inerte de explotación, sino como un sujeto vivo con el que podemos establecer una relación de respeto mutuo. Esto podría traducirse en nuestras sociedades en otorgar derechos legales a los ecosistemas (ríos, bosques), una idea que ya ha sido propuesta e incluso aplicada en constituciones inspiradas por pueblos originarios [12] . También implica ajustar nuestras actividades económicas a los ciclos naturales : por ejemplo, permitir que los suelos “descansen”, respetar temporadas de veda para fauna, y en general planificar el desarrollo considerando límites ecológicos (carga de cuencas, regeneración de bosques) más que calendarios puramente productivos.
  • Adoptar una ética de suficiencia y reciprocidad: Frente al consumismo sin fin que promueve el sistema actual, la visión indígena propone una ética de la suficiencia : tomar solo lo necesario para la vida digna, evitando la sobreexplotación. Conceptos como el ayni andino inspiran a devolver a la comunidad y al entorno parte de lo que recibimos, ya sea mediante retribución directa (reforestar una zona que nos dio madera, por ejemplo) o indirecta (ayudar a otros como otros nos ayudarán). En términos psicológicos, esto fomenta la gratitud en lugar de la codicia, y genera un sentido de comunidad más fuerte. La idea de reciprocidad con la naturaleza puede materializarse en acciones como compensar nuestras emisiones replantando árboles, o dar “tiempo de regeneración” a los recursos que usamos.
  • Valorar el conocimiento tradicional en conjunto con la ciencia moderna: Durante mucho tiempo, el conocimiento indígena fue menospreciado como “no científico”. Hoy entendemos que prácticas tradicionales –agricultura ecológica, manejo del agua, medicina herbaria– encierran lógicas sofisticadas que pueden complementarse con la ciencia occidental. Incorporar a sabios indígenas en el diseño de estrategias de conservación, aprender de técnicas ancestrales de cultivo resiliente (por ejemplo, los camellones prehispánicos para siembras en zonas inundables, la rotación diversificada de la milpa, etc.) puede mejorar nuestra capacidad de adaptación al cambio climático. Del mismo modo, la lengua y la cultura de cada pueblo traen visiones diferentes que pueden abrir la creatividad para soluciones nuevas. Por ejemplo, entender la concepción mapuche del bosque no solo como madera sino como familia de vidas interdependientes [3] podría influir en cómo diseñamos políticas forestales o parques nacionales (integrando a las comunidades locales como cogestoras, algo que ha dado buenos resultados donde se aplica).
  • Recuperar la espiritualidad de la naturaleza para nuestro bienestar psicológico: Desde la psicología, hoy se reconoce que la desconexión con la naturaleza ha contribuido a estrés, ansiedad y sensación de vacío en la vida moderna. Las cosmovisiones indígenas ofrecen un antídoto psicológico : invitan a reencontrar un sentido de pertenencia en el mundo natural. Practicar rituales sencillos de conexión con la tierra (como caminar descalzo, hacer una ofrenda simbólica, celebrar los solsticios) puede tener efectos benéficos en la salud mental, al recordarnos que somos parte de algo más grande y vivo. No se trata de adoptar creencias ajenas acríticamente, sino de abrirnos a la experiencia del asombro y el respeto por la vida que estas culturas cultivan niños desde. El resultado puede ser una sociedad con valores más allá de lo material, con individuos más empáticos con otras formas de vida.
  • Promover la diversidad cultural y lingüística como riqueza global: Por último, una lección vital es que la diversidad es fortaleza. Así como soluciones un ecosistema biodiverso es más resiliente, una humanidad con múltiples culturas y lenguas es más capaz de enfrentar desafíos porque tiene muchas perspectivas y diferentes. Proteger y revitalizar las culturas originarias – sus idiomas, sus prácticas, sus territorios – no es solo un acto de justicia, sino una inversión en diversidad de ideas . Cuando aprendemos de los mayas sobre agroforestería, de los mapuche sobre cuidado del agua, de los aymaras sobre organización comunitaria, todos nos volvemos más ricos en conocimiento. Cada visión del mundo rescatada amplía nuestro imaginario colectivo para pensar futuros posibles. En un tiempo en que necesitamos cambiar paradigmas para sobrevivir (energía limpia, consumo responsable, cooperación global), mirar al pasado ya la sabiduría indígena puede darnos claves para innovar sin romper la relación con el planeta.

En suma, los pueblos originarios de Chile, México, Perú y toda América Latina nos brindan un legado de equilibrio y conciencia ecológica forjado por milenios de interacción respetuosa con la Tierra. Aunque fueron injustamente relegados, sus voces aún resuenan en la memoria cultural y cada vez más en los diálogos contemporáneos sobre sustentabilidad. Aprender de ellos no significa idealizar todo el pasado, sino integrar sus principios valiosos – respeto a la Madre Tierra, vida comunitaria, reciprocidad, humildad ante el cosmos – con los avances positivos de la modernidad. Como dice un proverbio quechua: “Ama llulla, ama qhella, ama suwa” (no seas mentiroso, no seas ocioso, no seas ladrón), aludiendo a la ética básica andina. Podríamos agregar: ama unaq sunqu – “no seas de corazón olvidadizo”. No olvidemos las lecciones de quienes vivieron en estas tierras en armonía antes que nosotros. Su herencia puede guiarnos hacia un futuro donde el progreso humano y el cuidado de la Tierra vayan de la mano, logrando ese buen vivir al que aspiraban nuestros ancestros.


Referencias utilizadas:

·      Espinoza, I. (2022). “Del papel al itrofill mongen: El legado verde del pueblo mapuche en la nueva Constitución” . El Desconcierto [3][12] .

·      Prensa Ciudadana (2021). “La cosmovisión mapuche: una mirada viva al alma de La Araucanía” . (Descripción de itrofill mongen y Ñuke Mapu) [3][5] .

·      México Histórico. “La cosmovisión Azteca (Mexica) y su relación con la naturaleza” . (Tierra como Tlaltecuhtli, chinampas, respeto naturaleza) [16][39] .

·      ALAI, Regalado, V. (2012). “La espiritualidad y la nueva era maya” . América Latina en Movimiento [26][27] .

·      Presentación Cosmovisión Andina (2020). Colegio San Carlos, Quilicura [29] .

·      InnovaColectiva (2025). “El Ayni: una mirada desde la Inteligencia Colectiva” [34] .

·      Xataka – La Conversación (2019). “Cómo nos afecta la pérdida de las lenguas indígenas a la hora de entender el mundo natural” [36][38] .

·      Supervivencia Cultural (2022). “El lenguaje de la tierra: Cómo las lenguas indígenas salvaguardan la biodiversidad...” [37] .

·      Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile. “El pueblo mapuche” . (Contexto histórico) [2] .


[1] [2] El pueblo Mapuche - Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile

https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-articulo-781.html

[3] [6] [7] [12] [13] Del papel al itrofill mongen: El legado verde del pueblo mapuche en la nueva Constitución (El Desconcierto) | Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia - CR2

https://www.cr2.cl/del-papel-al-itrofill-mongen-el-legado-verde-del-pueblo-mapuche-en-la-nueva-constitucion-el-desconcierto/

[4] [5] Ngen-lawén - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Ngen-law%C3%A9n

[8] [9] [10] [11] rmdd.uchile.cl

https://rmdd.uchile.cl/index.php/RCA/article/download/17625/20896/

[14] [15] [16] [17] [18] [21] [22] [23] [39] La cosmovisión Azteca (Mexica) y su relación con la naturaleza

https://www.mexicohistorico.com/paginas/la_cosmovisin_azteca_mexica_y_su_relacin_con_la_naturaleza.html

[19] [20] Tonantzin - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Tonantzin

[24] [25] [26] [27] La espiritualidad y la nueva era maya

https://www.alainet.org/es/active/60395?language=es

[28] [29] Presentación de PowerPoint

https://colegiosancarlosquilicura.cl/wp-content/uploads/2020/08/H4-semana-17-Material-de-apoyo-Creencias-religiosas-de-mayas-aztecas-e-incas.pdf

[30] La Pachamama y la cosmovisión andina – Arnaldo Quispe

https://geopoliticaxxi.wordpress.com/2011/06/07/otros-territorios-de-exploracion-la-pachamama-y-la-cosmovision-andina-arnaldo-quispe/

[31] Reciprocidad—Estilo andino

https://americanindian.si.edu/nk360/inka-agua/reciprocidad/reciprocidad

[32] [33] [34] [35] El Ayni: una mirada desde la Inteligencia Colectiva - Innova Colectiva

https://www.innovacolectiva.org/el-ayni-una-mirada-desde-la-inteligencia-colectiva/

[36] [38] Cómo nos afecta la pérdida de las lenguas indígenas a la hora de entender el mundo natural

https://www.xataka.com/magnet/como-nos-afecta-perdida-lenguas-indigenas-a-hora-entender-mundo-natural-1

[37] El lenguaje de la tierra: Cómo las lenguas Indígenas salvaguardan la biodiversidad y cultivan futuros posibles en medio del cambio climático | Supervivencia cultural

https://www.culturalsurvival.org/es/publications/cultural-survival-quarterly/el-lenguaje-de-la-tierra-como-las-lenguas-indigenas

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